viernes, 1 de febrero de 2013

¿Un artista económico?

En la mayoría de toques, fiestas o ensayos, siempre terminamos hablando sobre la calidad de los músicos, el sonido que logramos o que quisiéramos alcanzar. Me he topado con dos corrientes de pensamiento muy marcadas al respecto: aquellos que saben exactamente qué sonido desean, por lo que no están satisfechos hasta comprar la guitarra, las cuerdas, la pedalera y el amplificador adecuado para lograr el sonido que tienen en su cabeza. Los otros, se refieren más al refrán "el que es perico donde quiera es verde" y no les importa si tienen guitarras viejas, dañadas y cuerdas oxidadas. La técnica y el "feeling" son todo lo que cuentan.

Me parecen acertadas ambas propuestas aunque yo prefiero una postura intermedia. Un buen músico, luego de varios toques y conciertos en diferentes condiciones de trabajo (áreas libres, pequeños bares, fiestas, etc.) llega a reconocer que durante una presentación hay demasiadas variables en juego, por lo que conocer tu equipo y saber qué sonido te puede brindar es fundamental para lograr que la gente "te entienda". Ahora bien, si ocurren imprevistos, si se revienta una cuerda a mitad de un toque, si no hay suficientes entradas de corriente eléctrica para conectar todo tu equipo o suficiente espacio, el poder recurrir a soluciones rápidas en las presentaciones muchas veces nos lleva a concluir que sin técnica y práctica, no se salva un concierto.
Tener el equipo necesario implicaría sacar la mitad de las mesas en la mayoría de bares de Guatemala.

El título de esta entrada era más adecuado con una palabra en inglés: "affordable". No me refiero a economía como una forma de "ser barato", sino de cómo invertir en nuestra profesión o hobby de manera asequible, realista pero sacándole el jugo a cada centavo. En Guatemala, en donde la mayoría no disponemos de grandes ingresos para "estos lujos", este es un tema que quienes aspiran a la música deben considerar.

VAMOS DE COMPRAS

Yo entraría en la definición de guitarrista "affordable". Cuando tomé el puesto de guitarra en mi banda Axis, yo ya tenía una inversión considerable en sintetizadores y equipo de amplificación "limpio", para micrófonos. Así que tomar ese puesto me significaba una doble inversión. Lo cual me llevó a navegar entre las ofertas que podía encontrar en el país. Ya gozaba de más de 10 años de experiencia en guitarra, por lo que debía apostar por equipo de calidad para lograr mi sonido. Pero tenía la ventaja de saber cómo deseaba sonar: guitarras "clean", casi simulando un sonido acústico; y el extremo opuesto, distorsiones cargadas, pesadas y fuertes. Una verdadera pared de distor, así que me dediqué a investigar en internet sobre la mejor pedalera para el precio que podía pagar.

KORG ofrecía pedaleras bastante accesibles con variedad de sonidos y una calidad con la que ya estaba familiarizado por el sintetizador M-50 que ya poseía. Así que cuando encontré la AX5G por menos de Q800, supe que era el negocio ideal. Una pedalera digital, con pedal de expresión, un banco de sonidos predeterminados de 40 "sonidos" y otro banco de 40 para personalizar, sabía que había encontrado lo que buscaba. Estas series de pedaleras (que incluyen varios modelos más grandes y pequeños para bajo y guitarra) se caracterizan por lograr sonidos "acústicos" muy realistas y ser muy fáciles de programar. A esas alturas, tener que diseñar sonidos en sintetizadores ya era para mí una fuerte inversión de tiempo, por lo que tener una pedalera práctica qué programar era básico.



Luego, aproveché la misma temporada de ofertas postnavideñas para comprar una IBANEZ, por menos de Q1,400. Sabía que no quería un sonido "old school" tipo FENDER STRAT ni el tono más blues de las GIBSON. Quería un sonido fuerte, rock y metal. Así que la decisión era bastante más sencilla en este caso. Esta guitarra estaba echa para mí.

Así que con una inversión pequeña alcancé el sonido que deseaba. Igual sabía que en la mayoría de bares, alcanzar un sonido perfecto era difícil y prefería tirar mi sonido limpio a la misma fuente que los teclados, de manera que era más fácil la mezcla en vivo. No necesitaba ampli. Muchos guitarristas fingían escandalizarse por mi método, pero a mí me gustaba cómo sonaba y eso bastaba.

Dos años después, me di cuenta que necesitaba una presencia más rough, más fuerte e independiente para alcanzar un sonido más crudo. En Guate es casi imposible tener monitores, por lo cual no escuchaba mi guitarra en la mezcla y decidí adquirir un ampli fácil de transportar pero lo suficientemente fuerte para escucharme sin necesidad de más amplificación.

Así que adquirí el RAGE 258 de PEAVEY, un pequeño y liviano amplificador con una tecnología bastante interesante, que no aparenta la potencia y calidad que brinda ya en el escenario.

Por menos de Q4,000 logré el sonido que deseaba, sin complicarme con botones extra y todos esos "simuladores de amplis" y efectos "intuitivos" que se supone que brindan muchas marcas, pero que complican el proceso de composición y arruinan la experiencia pura y única de la interpretación en vivo.

Y no hemos enlistado los costos en cuerdas, puas, cables, metrónomos y demás equipo necesario para la interpretación...

LA ECUACIÓN ARTÍSTICA

El objetivo de este largo post es ejemplificar que pese a que hice muy buenas inversiones y ahorré quizá la mitad de lo que me hubiera costado LA pedalera, El amplificador o La guitarra, según los estándares de varias academias de música en Guatemala: ¿qué tantas personas pueden invertir eso en un hobby no tan bien remunerado?

Cuando me topo con un dueño de un bar que cuesta que suelte la paga bien merecida de los colegas, me pongo a pensar en todo esto. ¿Vale la pena? ¿Es justo lo que hacen estos negociantes? ¿Les cuesta comprender que necesitamos ingresos decentes, como cualquier otra profesión?

Talvez este post ayude a hacer comprender, a grandes rasgos, la profesión del músico. Cuando me "regatean" un cobro, cuando me ponen a prueba para ver si mi banda "pega" o cuando condicionan que se nos paga solo si "llevamos suficiente público", me enoja esa condicionante ecuación artística: invertir para dar el mejor espectáculo aunque sea mal remunerado o apostarle por la técnica y esperar que la profesión se pague sola.

Algunas veces funciona, otras (las más frecuentes) recuerdo que la emoción, la energía del público y la oportunidad de compartir mi música es el único motor aunque no genere réditos. Al final, por mucho que lo intentemos, se vuelve un hobby, pues de ser un trabajo, ya me habrían despedido por pérdidas...

Ustedes, ¿qué tipo de músico son? ¿Se van por el equipo o por la técnica?

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