1. CONVIVENCIA Y LIBERTAD
A mí no me gusta el reguetón, de hecho lo detesto por principios racionales y artísticos. Sin embargo, cualquier persona debe tener derecho de escuchar lo que le venga en gana sin necesidad de que algún burócrata o funcionario del Estado le recomiende, censure, filtre o intervenga en lo que decida escuchar. A eso se le llama "libertad", esa es la libertad que tanto pregonamos y que tanto se supone que se defiende en esta república. Todos tienen derecho a escuchar, leer, ver, comentar, decir y hacer sin que el Estado nos lo supervise, siempre que no rebase los límites de la convivencia y el buen vivir. Sí, mi vecino puede escuchar jazz o punk en toda libertad, siempre que no moleste a los vecinos con los que convive. Eso es buen vivir y el Estado debe procurar ese respeto mutuo. Nunca prohibir, nunca censurar.
Por ello mismo, usted que no escucha Metal, bien debería pronunciarse en contra de estas noticias, reclamar sus derechos, no normalizar estas costumbres represivas. Los congresistas no hubieran votado ese punto resolutivo si hubiesen visto que somos miles los que defendemos la libertad, sin importar qué género musical sea el afectado.
2. UN FUNCIONARIO NO ES COMPÁS MORAL
Miren, que alguien sea designado al cargo de Director de Espectáculos Públicos, de Ministro de Cultura, de gestor, o lo que sea, no lo vuelve un mandamás que hace y deshace a voluntad. Nada que ver. Tiene funciones, atributos y metas por cumplir. Nada más. Ningún funcionario público o trabajador designado puede andar decidiendo qué es lo que la gente debe o puede escuchar. Pero aplica para todo. Nadie en el Estado debe decidir qué ve, consulta, lee o escucha la gente. Su función es verificar que todo se haga dentro del margen de la ley pero jamás basarse en la "moral" para decidir qué es bueno o malo para los demás.
Es inaceptable. El Estado no es el papá de los años 20 que decidía qué se hacía y qué no dentro de un hogar, qué le gustaba hacer a sus hijos y qué no. Estamos tan acostumbrados a esa imagen que a veces nos perdemos en las formas. No, el Estado solo debe regular y procurar el buen vivir de la gente. Nada más.
Y el buen vivir y el convivir pasa porque cada quien decida en su libertad qué consume, qué lee, qué siente. Y el Estado no puede intervenir en eso.
3. A LA LARGA NOS AFECTA A TODOS
Conozco gente que en su vida ha oído Metal y por eso "no les gusta". Conozco gente que se alegró por estas cancelaciones porque "son diabólicos" o cosas por el estilo. Y no, amigos, nos estamos equivocando. Hoy es el Metal, mañana puede ser la poesía, la próxima semana los filmes de superhéroes, después las redes sociales. Las actitudes prohibitivas no pueden tener cabida en un Estado que se jacta de ser laico y democrático. Simplemente no es posible aceptarlo.
Y no crea, si nadie alega, si nadie reclama, si nadie demanda cuando se cancela un concierto de 300 personas, luego intentarán prohibir algo que solo afecte a 1,000 personas. Luego será algo que afecta 3,000 personas y así irán limitando las libertades.
Si no lo alcanzan a ver de esa manera, si en serio no se dan cuenta de los alcances tan nefastos de que los funcionarios crean que tienen poder cuando en realidad solo son administradores y gestores temporales, quizá sí nos merecemos que nos prohíban todo.
Nuestra indiferencia y pasividad nos tienen hoy así como estamos. Es lamentable.
buena onda, Juan Pablo
ResponderEliminargracias por tus aportes. le das al tema en varios puntos !