viernes, 12 de abril de 2013

¿Señales del fin del mundo?

Neva dos veces en el occidente guatemalteco. En el oriente, pero lejano, un niño con sueños de dictador promete atraer la Tercera Guerra Mundial. Mueren figuras políticas internacionales y entre tanto qué pensar y criticar, los rockeros comenzamos a tener teorías que justifiquen una serie de eventos extraordinarios que han ocurrido en los últimos años. ¿Metallica, Megadeth, Korn, Guns, Dream Theater... BLACK SABBATH? Será posible, solo el tiempo dirá, pero muchos afirmamos, con nuestra eterna sabiduría chapina: "No hay que creer ni dejar de creer". Quizá, si ocurre este impresionante evento, ya solo nos quede pendiente ver un concierto de The Beatles, o de Pink Floyd, con su alineación original en la nueva tierra o nuevo cielo. ¿Podría ser?

LA UTOPÍA DEL ROCK EN GUATE

Aceptémoslo, desde que el rock se puso de moda en Guatemala, ha sido motivo de tabús, miedos, represión, mitos y muchas esperanzas. Desde los 70's, nuestra sociedad conservadora ve al rock como una contracultura. En esa época ver a Black Sabbath en tierras del quetzal era imposible. Ni Pink Floyd, ni Deep Purple, ni The Doors, muchos menos The Beatles. Simplemente era algo que no se podía pensar. Tardaríamos años, décadas en comprender, en entrar al río de la expresión, en empoderar a los jóvenes, a los que "miramos más de lo que piensa la gente".

Pero pasó. Bon Jovi, cuando muchos suponían su declive popular, llegó a Guatemala en 1993. También los Héroes del Silencio, la mayor banda de rock en español llegaría en 1997. Y muchos volvían a soñar. Aún así, y para ese entonces, era casi imposible pensar que Metallica, Guns & Roses o Pearl Jam, por mencionar algunas de las grandes bandas vigentes en ese momento, pudieran siquiera considerar llegar al país. Pero los rockeros, los aficionados y el público en general debieron mantener cabeza fría. Parecía que aquellas utopías ocurrían una vez en la vida... bueno, casi... 

EL AÑO DEL METAL


Más de una década después. Nuestra apática escena musical variaba poco. Algunos pocos artistas bubble gum (Ashley Simpson, Enrique Iglesias, Juanes... qué sé yo) eran los eventos importantes. De Maná y Rabanes no pasábamos en este país. El reencuentro de Héroes del Silencio en 2007 había abarrotado el Estadio del Ejército y sabíamos que era una excepción. Pero en 2009 se soltó el bombazo, que haría temblar Centroamérica: Metallica llegaba a la región. El 5 de marzo de 2010 llegó la banda más representativa de metal en el mundo. No digo que sea la mejor, solo la más famosa. Poco importaba. ¿Qué amante del rock podría perderse aquel evento? 

Quizá muchos levanten la mano, pero para mí, ver a Mastodon, Metallica y Extinción en el mismo escenario era lo más emocionante que podía pensar. Eramos unos 20 mil seguidores los que saltamos durante el evento (que no fue para nada perfecto, el sonido fue fatal, pero la energía del público verdaeramente admirable). Esa misma noche, pocos podían creerlo: Megadeth también venía a Guatemala.

Si las sorpresas no eran pocas, se confirmaba el rumor: Guns & Roses también venía. Sin duda, una medida reaccionaria pretender traer a "la competencia" de la época de Metallica. Pero no paraba ahí, también Korn, una banda de Nu Metal con millones de seguidores, se presentaría en el Estadio del Ejército. Claro, bastaba seguir de cerca las incertidumbres sobre Guns y las peculiaridades de Axl Rose para saber que ese concierto jamás ocurriría (Ojo fans, si en la página oficial dice una fecha equivocada, y luego vemos que en El Salvador iban a estar un día antes, era imposible que hubiera concierto en el país). El caso es que ese año muchos metaleros se quedaron sin ahorros, pero la espera valía la pena. Volvía a surgir la esperanza de que el rock y el metal fueran mejor vistos en el país.

EL CAMBIO DE ERA... ¿CAMBIÓ ALGO?



Los siguientes años fueron de expectativa y de confirmación. Los empresarios no habían comprendido el fenómeno musical de Guatemala. Fue moda, fue casual eso de traer tantas bandas de metal en un mismo año. Poco o nada pasó en 2011, y 2012, en presagio del cambio de era, otra rareza, otra curiosidad histórica ocurrió: DREAM THEATER, los maestros del metal progresivo confirmaban su paso por Guatemala. Aquello sorprendía. Una banda mucho menos famosa, más enfocada en un público exclusivo de músicos o aspirantes a músicos y algunos metaleros. Pero se presentaron, salieron al escenario a las 12:30 pm de un miércoles, pero ahí estuvimos. Esas extrañas decisiones de los empresarios de eventos es demasiado errática, pero gracias a la alineación planetaria que se les ocurrió traer a mi banda preferida, era un sueño para mí. El fin estaba cerca. Algo tenía que tener sentido. Hasta los Red Hot Chili Peppers ya vinieron, hablamos de una de las bandas de rock más populares de la historia. Otro check a mi lista.

EL FIN... CERCA



No faltará alguien que haya asegurado que se acabaría el mundo antes de ver a Black Sabbath en el país. Es posible. Como buenos chapines, y luego de muchas falsas esperanzas creadas por los medios y los mismos empresarios que lastiman su propio prestigio, muchos vemos hacia ese futuro con miedo, con expectativa. ¿Será posible? vuelvo a preguntar. Una amiga, muy sabia, me comentó que hasta que no estuviera adentro y viera sobre el escenario a estos legendarios revolucionarios, no lo creería. Estoy de acuerdo. Aún hay mucho qué sufrir y qué pensar. Pero mientras tanto, quienes amamos la música, quienes pedimos más artistas (diferentes, diversos, no los mismos de siempre) tenemos que hacer valer nuestra voz.

Puede que muchos, luego de que Sabbath y Megadeth toquen, volteen al cielo a esperar el Armagedón. Un show de meteoritos y luces que no se compararía con esa experiencia. Temblarán los cimientos de Ciudad de Guatemala, seguramente.

Como digo, habrá que ver. Esperemos el fin, pero mientras tanto, disfrutemos la espera. Rock a todo volumen y mantener el espíritu. Que viva Guatemala y el Rock, por darnos tanto y pedirnos tan poco a cambio...

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